Recientemente, el ministro y profesor de colegio público John Bradshaw, me contó una historia bastante esclarecedora. Un maestro en Virginia, John llevaba a cabo la clase de historia mundial en el grado 8vo, como parte de dicha clase, se estudiaba el judaísmo. Él describía lo escrito en Génesis 22, relato pertinente a Abraham tomando a su hijo Isaac para ser sacrificado en el monte Moriah.
Había una niña de catorce años en la fila del frente, que usualmente no prestaba atención durante la clase. Sin embargo, ese día, ella estaba fascinada escuchando al Rev. Bradshaw mientras compartía tan importante relato histórico y bíblico.
Terminando la historia, entusiasmadísima, la jovencita dice: “Guao, gracias por contarme esa historia; nunca antes alguien me había dicho que Abraham Lincoln le había hecho eso a su hijo”.
Al escuchar lo dicho, me quedé atónito; por un lado, su comentario era algo cómico, especialmente para aquellos de nosotros sabedores de la Biblia y asumimos el contexto y el final; por el otro lado, fue profundamente desgarrador y triste darme cuenta que los aspectos más básicos y elementales de la Biblia ya no hacen parte de nuestra cultura.
En su libro del año 2017, Generación Z “Generation Z”, James Emery White describe la generación de esa jovencita como la primera en América que no tiene memoria colectiva de la Biblia. No quiere decir que la hayan olvidado, sencillamente nunca la han conocido. Cuentan con las vacaciones de invierno y primavera pero no tienen ni idea que la celebración es acerca de Jesús de Nazaret, el Hijo unigénito de Dios.
La pérdida de la conciencia bíblica ahora alcanza a los salones de clase. Un estimado bastante conservativo de las alusiones bíblicas en William Shakespeare sugiere por lo menos 1.200 referencias.[i] Tristemente, los esfuerzos por enseñar y comprender a Shakespeare se ven frustrados por la falta del entendimiento bíblico. Y ahora, en algunas universidades, la corrección política presiona la salida de Shakespeare del salón de clases ya que es muy Euro-céntrico.
En una vena similar como la experiencia del Rev. Bradshaw, el jefe de personal de la IPHC, el Rev. Terry Fowler, relató este incidente desde el vuelo en el que se encontraba de Baltimore rumbo a la ciudad de Oklahoma. Mientras se encontraba sentado en el avión, abre su Biblia y comienza a prepararse para su próxima lección de la escuela dominical. A su lado estaba un jovencito, graduado de la universidad de Pensilvania. El joven continúa tratando de ver el libro, hasta que finalmente le pregunta a Terry: ¿Qué hace? ¿Qué clase de libro lee? Durante tan segura conversación, Terry descubre que el chico nunca ha visto la Biblia ni sabe algo en lo absoluto de la misma.
Terry comienza a compartirle acerca de la Biblia, pero sobre todo, el mensaje que esta conlleva. El joven no tenía ni idea que él era un pecador; tampoco sabía que Dios le amaba o que Jesús había muerto por él. El Espíritu Santo estaba obrando a 30.000 pies de altura, una cita divina mientras Terry guiaba al joven hacia Jesucristo.
Estos dos incidentes son recordatorios que como cristianos hemos de servirle a Jesús en una tierra en la que de tantas maneras ha olvidado al Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Deseamos verdadera justicia pero hemos olvidado la fuente de la misma. Somos personas del Reino en tierra extranjera y en un mundo desarmado de su fuente. Salmos 137:4 es nuestro lamento: ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová
En tierra de extraños?
Nuestro énfasis en el Reino de Dios es importante en vista de dichas realidades; durante estos primeros meses del año en curso, el Dr. Ryan Jackson ha demostrado claramente el origen hebreo de las prédicas y enseñanzas de Jesús sobre el Reino de Dios. Basados en dicho origen, percibimos que Israel tuvo el llamado de Dios a vivir y servir obedientemente entre las naciones; fue llamada a bendecir, adorar y proclamar la realidad del Rey creador.
Ese es nuestro papel hoy en día. La iglesia existe “para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales” (Efesios 3:10). Aunque el mundo busque marginalizarnos, no nos ocultamos haciéndonos “esclavos santos”. No nos escondemos en temor, incertidumbre o vergüenza. Por el contrario, vivimos como luz y sal, seguidores públicos de Jesús.
En muchas naciones, incluyendo los Estados Unidos de América, el conocimiento de la Palabra de Dios es mínimo, si es que está del todo presente. Fácilmente culpamos al gobierno y los medio publicitarios, pero el Espíritu de Dios no está unido a los mandatos gubernamentales ni a las convenciones sociales; él opera a 30.000 pies de altura, entre las patas de las mesas de café de Starbucks, en medio de algunas yardas de distancia que nos separan de nuestros vecinos, inclusive.
Es demasiado fácil sentir desaliento y asumir que todo se ha perdido. Esa es una reacción extrema que debe ser evaluada por varios factores, incluyendo:
- Existe un profundo rio de la presencia de Dios conocido por toda la humanidad por medio de los propios corazones (Eclesiastés 3:11) y la creación misma (Salmos 19:1-6; Romanos 1:20).
- Hay un fuerte testigo de Cristo en el medio social y contemporáneo, incluyendo películas, televisión, YouTube, etc.
- El cristianismo se está incrementando rápidamente a nivel global en las naciones del sur. Por medio de la inmigración, varios evangelistas y plantadores de Iglesias de dichas naciones impactan la parte global de las naciones principales del norte.
La falta de conocimiento, como el de la jovencita en el colegio o el profesional en el avión, no son motivos de risa, para ridiculizar o parodiar. Por el contrario, son oportunidades para reconectar la antigua historia. En otras palabras o casos, puede ser un regalo; puede ser que el uniformado no cuente con las preconcepciones y defensas negativas. Quizás estén más abiertos a la verdad transformadora de lo que nos podemos llegar a imaginar. Suficientemente extraño, la penetrante y general ignorancia bíblica puede ayudar a convencernos de la “nueva historia de Jesús y su amor”.
[i] http://www.reformation21.org/articles/shakespeare-and-the-geneva-bible.php
This article was published in the March 2017 issue of Encourage.