La 25aconmemoración del milagro histórico de Memphis ocurrió el mes pasado. Líderes de la IPHC se unieron a los casi doscientos delegados de las iglesias pentecostales y carismáticas de Norteamérica (PCCNA) para agradecerle a Dios por el coraje y la humildad demostradas en 1994. Uno de los líderes clave de dicho evento histórico fue el fallecido obispo de la IPHC B.E. Underwood. Por favor lea más acerca del evento de 1994 aquí: http://www.pccna.org/documents/1997_recon.pdf.
La 25aconmemoración se llevó a cabo en el templo Mason, cede principal de la iglesia de Dios en Cristo (COGIC). La denominación Pentecostal más grande en los EE.UU., cuyas raíces van desde el avivamiento de la calle Azusa. G.B. Cashwell, quien fue responsable por liderar el árbol familiar de la IPHC hacia el Pentecostés, se reunió con el fundador de COGIC, Charles Mason. Uno de los aspectos notables del ministerio de Cashwell fue reconocer que la obra del Espíritu Santo en la calle Azusa fue una interrupción divina hacia las divisiones raciales que han marcado a los Estados Unidos desde el siglo XVII.
Durante el servicio de marzo 19 en el templo Mason, el obispo presidente de COGIC Charles Blake, observó que en la época de los Derechos Civiles pocos pentecostales blancos se mantuvieron junto con los negros mientras estos marchaban por plena inclusión en la vida estadounidense. Fue un momento triste mientras Blake, hablaba la verdad en el amor, mencionó que judíos, metodistas, y otros estuvieron junto con ellos, más sus propios hermanos pentecostales estuvieron ausentes.
Soy bastante cuidadoso de no ser muy duro con esa generación anterior. En nuestro tiempo se lucha con el saber que decir y que hacer…el defender públicamente la justicia nunca es cuestión fácil, eso es porque la justicia frecuentemente se mezcla con las dinámicas cultural y política. Nos preocupa el tomar posiciones públicas por la división que estas puedan causar en las iglesias; que los asuntos públicos pasen a ser más importantes que la evangelización; que seamos criticados y aun peor, rechazados (los tres no carecen mérito). Pero existen momentos en los que el levantarse for la justicia y la integridad valen la pena… entonces, y ahora, son tales tiempos. El obispo Blake habló la verdad en el amor acerca de las fallas pentecostales desde la calle Azusa, y sus palabras me han dejado preguntándome sobre el coraje y la sabiduría necesarios para nuestros tiempos.
Aquel martes en la noche, en el templo Mason, se me otorgaron unos minutos para hablar tras el púlpito en el que el fallecido Rev. Dr. Martin Luther King, Jr. estuvo cuando predicó su último mensaje la noche del miércoles 3 de abril de 1968. Durante la preparación de mis notas, el Espíritu Santo me dirigió hacia un viaje personal recordándome de distintos lugares en los cuales mi corazón, pensamientos y acciones fueron desafiados. Entonces, lo que sigue a continuación, son mis comentarios transmitidos en Memphis.
“Nosotros, como pentecostales, hemos estado en un viaje desde 1994; para la mayoría de nosotros dicho viaje va más allá e incluye viñetas personales, así como también nuestra experiencia a nivel corporativo”.
A principios de marzo, 1965, cuando era un jovencito en Georgia, vi por televisión la respuesta violenta ante la marcha en Selma, Alabama ocurrida hace 54 años en un sangriento domingo, 7 de marzo, 1965. Dos marchas más tomaron lugar en ese mismo mes, incluida la tercera el 21 de marzo, lo que nos hace recordar tan significativo evento mientras nos encontramos aquí en Memphis. Cuando jovencito, estaba enojado y muy triste por lo que había visto con respecto a los ataques racistas violentos.
No tenía idea alguna que, en 1985, durante la 20aconmemoración de la marcha yo sería un Capellán reservista del ejército de los Estados Unidos en una cadena de hombres regresando de entrenamiento anual de Mississippi a Georgia en medio del tráfico que conmemora la marcha sobre el puente Selma. Recuerdo a nuestros soldados afroamericanos, en uniforme sirviéndole a nuestra nación, siendo maldecidos y burlados por multitudes de blancos enojados, y con oficiales de la ley burlándose. Nuevamente, me sentí muy enojado y triste por lo visto y oído y tal ira racista se mantuvo.
Responder ante las obvias injusticias fue fácil, lo que no sabía era lo ciego que permanecía ante las injusticias ocultas y sutiles que aún nos continuaban acosando.
Pocos años atrás, en una conferencia de la Asociación Nacional de Evangélicos (National Association of Evangelicals) en Washington, DC aprendí sobre el revestimiento sistemático de las comunidades afroamericanas por parte de instituciones bancarias, negándoles de manera intencional los servicios que muchos de nosotros damos por hecho.
No fue hasta hace un par de años, por medio de Iglesias Cristianas Unidas (Christian Churches Together), que aprendí que el “hablar” con nuestros adolescentes significa algo muy diferente para las familias blancas y negras. Para la mayoría de las familias blancas es color de rosa con los hijos adolescentes; para las familias negras es qué hacer cuando se es detenido por la policía.
Hace un año, asimilé de afroamericanos que este 2019, recuerdan el centenario de los primeros negros que vinieron a la colonia inglesa de Jamestown en 1619. No hubiese hecho dicha conexión por mí mismo…necesité que me enseñaran.
E incluso recientemente, con una resolución de relaciones raciales de PCCNA, me tomó algo de tiempo el conectar racismo con pobreza. Si bien la pobreza afecta a las personas con respecto a la raza, me llevó tiempo comprender que el racismo exacerba la pobreza de maneras que no entendía. Afortunadamente, mis colegas en PCCNA rápidamente se unieron a mí para corregir una declaración previa, en la que, por ignorancia, había separado los dos problemas. Se corrigió por instrucción.
“Así como Jesús tocó a un ciego dos veces, estoy consciente que necesito que Jesús me toque varias veces, para así poder ver a mis hermanos y hermanas de la misma manera en la que Él los ve, y todos poder ver mejor como seguidores de Jesús llenos del Espíritu. El viaje continúa”.