El 26 de junio, la Corte Suprema de los Estados Unidos falló en el caso Obergefell vs Hodges legalizando los matrimonios del mismo sexo en EE.UU. En respuesta a eso, la IPHC expresó la posición frente a tal en el sitio web (https://iphc.org/gso/2015/06/26/iphc-response-to-us-supreme-court-ruling-on-marriage/) unidos a casi todos los pentecostales, evangélicos, ortodoxos cristianos, e iglesias católicas romanas en la condenación de dicho fallo.
En vista del continuo cambio moral en las naciones occidentales, es apropiado mencionar que el Espíritu Santo ha llevado a la IPHC a difundir su visión como “un Sitio de Esperanza” y “Gente de Promesa”. Este año, nuestro énfasis en el valor fundamental ha sido “en la Oración valoramos el Pentecostés”. El próximo año, 2016, nuestro énfasis en el valor fundamental será “en la Oración valoramos la Santidad”. En los meses de julio, agosto, y septiembre del año en curso, nuestra atención estará puesta en el “Fruto del Espíritu”. Estoy seguro que el Espíritu Santo, que de hecho ya conoce el futuro, nos ha estado formando para ministrar y luchar en estos días de tinieblas.
Además de la respuesta inicial de la iglesia, en el transcurso de estas semanas, he sopesado mis pensamientos y repuestas. He levantado esto en oración a la luz del Fruto del Espíritu. En Gálatas 5:22 podemos claramente identificar que estos frutos son amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. En Efesios 5:9 el Apóstol Pablo agrupó “justicia y verdad con “bondad” (se hace referencia nuevamente a la “justicia” en Hebreos 12:11).
En vista de este compromiso bíblico y cultural, humildemente y en oración ofrezco algunas reflexiones con respecto a los asuntos ya mencionados.
- Sostenemos que la Biblia, la Palabra revelada por Dios, claramente enseña que la homosexualidad es un pecado. De hecho, es descrita como una “abominación” (Levítico 18:22; 20:13; Romanos 1:26, 27; 1 Corintios 6:9). Es más que simplemente “perder la marca” de la perfecta voluntad de Dios; es una perversión de los propósitos de Dios para el hombre y la mujer. Claramente, es una de las razones identificadas del porqué Dios retira Su mano protectora de las naciones (Levíticos 18:24; Romanos 1:26, 28).
- No obstante, el matrimonio junto con sus variaciones culturales, siempre ha sido entre un hombre y una mujer. Hasta ahora, nadie había cometido el error de identificar relaciones entre personas del mismo sexo como matrimonio. Personalmente, y como movimiento, solo reconocemos el matrimonio entre un hombre y una mujer.
- Sé que muchos de nosotros vivimos en naciones donde el gobierno y la religión tienen funciones diferentes. En su mayoría, estamos de acuerdo en distinguir aquellas á Sin embargo, como con otros temas que son en última instancia, de naturaleza espiritual (ej. la pobreza, la violencia racial, el aborto, la esclavitud sexual), las personas de fe tienen la responsabilidad de expresar abierta y libremente con respecto a los estatutos del Dios viviente. Los gobiernos pueden separar la iglesia y el estado, pero el Soberano de las naciones no tiene esas limitaciones.
- Le recuerdo a la familia global de la IPHC, especialmente a aquellos de nosotros residiendo en naciones en donde se anima a dichas prácticas, que como ministros solamente llevamos a cabo y participamos en matrimonios entre un hombre y una mujer. Para encontrar información adicional, puede hacer referencia en el Manual de la IPHC (https://iphc.org/gso/2015/06/26/iphc-response-to-us-supreme-court-ruling-on-marriage/).
- Me recuerdo y les recuerdo que nuestras premisas institucionales, congregacionales y de denominaciones solamente pueden ser utilizadas para oficiar bodas y celebraciones similares entre un hombre y una mujer. De nuevo, puede hacer referencia en el Manual de la IPHC.
- Nuestra afirmación respecto a esta verdad bíblica y de la historia común de la humanidad no hace que seamos intolerantes, fanáticos o personas llenas de odio. Rechazamos tales acusaciones equivocadas y las consideramos como esfuerzos para intimidar y silenciar nuestro testimonio frente a la verdad.
- En realidad, nuestro compromiso frente a la verdad es una expresión de nuestro amor Cristiano hacia nuestros semejantes. Si odiáramos a nuestros semejantes, no estaríamos compartiéndoles la verdad de Dios ni advirtiéndoles sobre la “retribución merecida” por sus acciones (Romanos 1:27). Porque conocemos el poder redentor del amor de Cristo, es que en oración y agradecimiento “con amor, decimos la verdad”.
- No le pedimos a Dios que juzgue y destruya a aquellos que escogen vivir en relaciones homosexuales. Por el contrario, decidimos tomar la misma posición de Abraham en Génesis 18:17-32, interceder al carácter justo y recto de Dios para que guarde a las ciudades y personas de este pecado tan evidente, entre otros. Hacemos esto porque conocemos la naturaleza de Dios, “sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Aceptamos que la “gran paciencia” de Dios tiene como fin dar frutos en nuestra propia vida a través de nuestra paciencia, en oración y en amor.
- La ley de Dios (Torá) no es arbitraria o sin afecto natural. De hecho, el Torá, manifiesta aún más la persona de Jesús el Mesías, la cual tiene al amor y el mandamiento unidos por el bien de la vida y la bendición (Salmos 19:7-14; Juan 13:34; 14:15, 21, 24, 31; 15:10; Romanos 13:8-10; 2 Corintios 5:14; Gálatas 5:13, 14; Filipenses 1:9; 1 Timoteo 1:5; 4:12; 6:11; 2 Timoteo 2:22; 1 Pedro 1:22; 1 Juan 2:5).
- Mientras que la homosexualidad y esta decisión particular de la corte han sido el centro de atención mayor de este artículo, estoy plenamente consciente de nuestro fracaso como seguidores de Jesús a llevar vidas santas, puras y de mantener el pacto. Hemos permitido que la inmoralidad sea tratada como algo “que no podemos ayudar”. Hemos consentido que la levadura de la mundanidad corrompa nuestro santo testimonio en el mundo. Hemos substituido la religión de la autorrealización y felicidad por el mensaje vivificante de “niéguese a sí mismo y sígame” (Mateo 16:24). Hemos ofrecido gracia barata entre sí en vez de las disciplinas de la vida santa que manifiestan el poder de Dios. Si queremos redención para nuestra tierra, entonces es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios, iniciando por nosotros mismos (1 Peter 4:17).
Como lo mencione antes y después del fallo de la corte, no vivimos en temor, disgusto, ira, o amargura. Vivimos como seguidores de Jesucristo, manifestando Su amor y verdad para con todos aquellos que encontremos.